“Dicen que de tanto en tanto los ángeles pierden una pluma de sus alas.
Y el viento, que es muy ordenado, sopla para juntarlas y forma una nube.”
¡Qué bonito acostarse en una nube! Tan suave y cómoda que no tiene parangón en el mundo.
¿El pétalo de una flor acariciándonos la mejilla? Áspero.
¿Caminar descalzo en el pasto aún húmedo por el rocío? Duro.
Ya les digo yo: no hay nada más relajante que echarse una siesta sobre una nube. A veces, cuando la pesadez de la realidad me tiene agobiado, me escapo a la nube más cercana, deshecho mis ropas (no hace falta explicar por qué), y me acuesto. Y entonces sueño, y los sueños son hermosos y la realidad, antes árida, se convierte en un campo de margaritas.
Sólo así es posible continuar.
2 comentarios:
Sencillamente, me encantó!!!!
Me alegro que te haya gustado. Gracias por comentar.
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